9/2/08

...y Roncagliolo visitó Ginebra


Cuarenta y ocho horas nunca son suficientes para conocer a una persona. Sí fueron suficientes para que Santiago conociera la tumba de Borges en el Cimitiere des Rois, sí fueron suficientes para que tomáramos café en el squat donde vivo y conversáramos sobre la maravillosa locura literaria a la que nos hemos avocado, sí fueron suficientes para que visitáramos un taller de recuperación del libro antiguo en Carouge, sí fueron suficientes para que él conociera mis inquietudes y yo sus viejos y nuevos proyectos, sí fueron suficientes para que pactáramos hablar ordenadamente en la presentación y, finalmente, la amistad surgida del encuentro hiciera de tal evento un delicioso intercambio de saberes, experiencias literarias y contra lo que habíamos pactado durante el café, la improvisación se convirtió en el eje del evento. A fin de cuentas, para mí fue suficiente compartir cuarenta y ocho horas con Santiago, un escritor que hace grande su profesión por ser tan sencillo. Gracias Santiago por visitar Ginebra.