8/3/08

Desde mi ventana...Borges




Decía Roncagliolo en su reciente visita a Ginebra, concretamente cuando caminamos a La Cimitière des Rois para visitar la tumba de Borges, que los cementerios tienden a representar la arquitectura de los pueblos. En la foto que precede a este pie podrán observar la calculada distancia que hay entre tumbas en el cementerio ginebrino, como si de verdad, los muertos necesitaran caminar a sus anchas. Idea que me entusiasma porque tal vez y con esta perspectiva que tengo desde la ventana de mi cuarto vea en alguna ocasión a Borges caminar junto a Calvino, Jean, no Italo.

La ligera línea blanca que aparece abajo y a la derecha de la foto es el filo de mi ventana, y el árbol centrado en la foto es el que cobija a la tumba de Borges. Bajo las ramas del enorme vegetal de origen saboyano descansa el maestro. No piensen que es la tumba blanca visible, no. Borges descansa bajo un monolito vertical que termina en punta ovalada, bastante más sencilla. Sobre la superficie que ocupa el cuerpo se ha creado un parterre de plantas saboyanas y en el anverso de la piedra queda un esculpido en bajorrelieve donde se aprecian varios guerreros, algo más abajo se percibe una leyenda en anglosajón And Ne Forhtedan Na, o lo que traducido al castellano diría: Y que no temieran. En la parte superior frontal están inscritos nombre y fechas y en la parte inferior hay una dedicatoria: De Ulrica a Javier Otarola, así se llamaban entre sí María Kotama y Borges. Al reverso aparece una embarcación celta tirada por varios remeros y otra inscripción: Hann tekr sverthit Gram ok legger i metal theira bert; en castellano: El tomó su espada, Gram, y colocó el metal desnudo entre los dos.

El destino ha querido traerme a vivir a esta distancia de él y yo les comparto la cercanía.

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