Una mano pulsa el botón del ascensor en el primer piso, la otra tira el cigarrillo. El ascensor baja del noveno piso. Una llave acciona la trampa mecánica que cierra la puerta, después se oye unos pasos que se dirigen al ascensor, frente a los botones, el vecino mira la trayectoria del elevador, aún faltan dos números para que llegue. En el piso cero la vecina mira de soslayo el cigarro que acaba de tirar y piensa que podía haberle apurado unas caladitas mientras espera, mete la mano en el bolsillo y recuerda que olvidó unas llaves en el coche. El ascensor para en el quinto piso. El vecino entra apurado y el elevador reanuda su bajada mientras recuerda el hombre que olvidó los papeles. Desesperada, la vecina llega al coche y abre la puerta. El ascensor llega al piso cero. Intranquilo, el vecino abre y cierra la puerta del ascensor para subir nuevamente. La vecina acciona la trampa metálica que cierra la puerta del coche, piensa que mejoraría su autoestima si no olvidara con tanta frecuencia y recorre el camino de vuelta al ascensor. El ascensor para en el quinto piso. Tras los pasos una llave acciona la trampa mecánica que abre la puerta. La mano pulsa el botón del ascensor que le hace descender desde el quinto piso. El vecino mira de reojo los papeles y piensa que mejoraría su autoestima si no olvidara con tanta frecuencia. Aún quedan dos números para que el elevador llegue al piso cero. La vecina aprieta las llaves con la mano antes de abrir la puerta del elevador, la abre y entra. El ascensor se eleva. El vecino espera frente a la puerta del elevador que se para frente a él. La vecina sale, se encuentra con el vecino y con una sonrisa le dice:
-Hola ¿Luis o Esteban?, no sabía que también tenías consulta.
-Así es, cambiaron Alzheimer a… los jueves, creo.
-Hola ¿Luis o Esteban?, no sabía que también tenías consulta.
-Así es, cambiaron Alzheimer a… los jueves, creo.
[fragmento del texto Arquitexturas urbanas publicado en la revista digital Narrativas volumen 8, México]
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